El miedo es una emoción natural que el ser humano experimenta y en su mayoría no logra tratar. Tiene la función especial de protegernos de aquello que sabemos que es amenazante. Le podemos tener miedo a: animales, muerte, enfermedades, aviones, elevadores, personas, fuego, objetos materiales, etc. ¡Prácticamente a todo!
El miedo hace sentirnos mal y nuestro sentido común nos dice: “si algo te da miedo, aléjate porque no se siente bien”, pero no es la solución.
Una persona que tiene miedo intenso a los elevadores, ¿Lo soluciona evitándolo? . Una persona que tiene miedo a las relaciones interpersonales, ¿Lo soluciona estando solo (a)?
¡Correcto!, la respuesta es NO. El miedo se confronta porque nunca se solucionará evitándolo.
Ahora sabemos que el miedo también es un sistema de alarma a nivel fisiológico, cuando es muy intenso activa nuestro sistema nervioso simpático y parasimpático los cuales se encargan de reaccionar cuando nos encontramos en una situación que es de peligro o amenazante para nosotros, por lo tanto se prende un “foquito rojo en nuestro cerebro” (analógicamente hablando) y nuestro cuerpo se prepara para correr o huir presentándose síntomas físicos como estrés y/o ansiedad.
La ansiedad y el estrés lo relacionamos con síntomas físicos: desesperación, taquicardia, falta de respiración, ganas de salir corriendo, dolores musculares como de hombro/cuello, dolores de cabeza, asco, náuseas, ganas de comer de más o dejar de comer. Todos estos síntomas físicos ya mencionados son el resultado del mundo interno que nosotros vamos llevando, por lo tanto, el trasfondo es a nivel cognitivo y emocional (psicológico).
En el caso de recibir tratamiento físico para alguna enfermedad y no encontrar solución recuerda que no solo somos cuerpo físico, sino también emocional, espiritual y social. Te recomiendo buscar ayuda multidisciplinaria para lograr tus metas de la forma más eficiente.
Psicología
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